SaulMadriz

jueves, 7 de febrero de 2013

acabó la magia en desamor

Colgué de sus clavículas las manecillas de mi reloj,
 se me escapó la arena entre sus sábanas.
Metí el corazón bajo llave, porque verla y no enamorarse me parecía imposible, improbable, y que la luz del día llegase tarde, o que no llegase,
o que se quedase la Luna conmigo haciendo guardia de su espalda desnuda, de su oleaje,
 que tallase el ámbar de sus ojos en mil miradas atravesando el humo del último cigarro, el último de tantos..


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